Sobre la tabla, las sabanas empapadas reviven entre sus pliegues los ecos de tiempos inconclusos que se resisten al silencio. Pinceladas convertidas en manos, en lenguas que van recorriendo ese espacio de emociones que habita en mi pensamiento.
Desde las entrañas de la tierra, vertebrado y poderoso, emerge el esqueleto de tu ser. Carne de acero candente dibujando un agujero de luz, sobre el lienzo plomizo de la tarde.