martes, mayo 02, 2023

Soñé con nubes y kabras


 1. Viajaba en un avión como única pasajera. Las nubes tapizaban el cielo dibujando con precisión sus contornos. Me llamó especialmente la atención una cuya forma me sugirió una cabra. Observé estupefacta que el cristal de la ventanilla estaba roto, sin que ello pareciese afectar al vuelo. Daba la impresión de que el avión estaba detenido, como flotando en un mar de nubes. Aunque era una situación extraña me sentí tranquila y aproveché el hueco de la ventana para sacar el brazo y acariciar las nubes. Creí tocar la cabeza de la cabra y pude incluso notar su calor en las yemas de mis dedos...


2. Me acerqué cuanto pude a la ventanilla y entre el cúmulo de nubes pude distinguir algo parecido a un globo aerostático. Su envoltura no era la habitual, de material sintético y colores vistosos, sino una nube  muy blanca enganchada mediante cuerdas a la barquilla de cristal transparente, cuyo interior estaba vacío. Se desplazaba hacia el avión que daba la impresión de seguir parado. Se aproximó tanto que casi rozó el fuselaje, lo que me permitió acceder a la barquilla con facilidad desde el hueco de la ventana.

3. El globo aerostático se desplazaba a merced del viento, acompañado por las otras nubes. Asomada a la barquilla contemplaba el paisaje y el mapa de colores que cubría el suelo. Casi sin darme cuenta el globo fue perdiendo altura al mismo tiempo que la nube iba desapareciendo..


4. Después de un suave aterrizaje tomé tierra. Las nubes acariciaban el horizonte. La que tenía forma de cabra se había materializado y su cabeza emergía de un montículo. Su color era de un azul intenso, no se si porque venía de las nubes o por haberse mimetizado con el color de mi cabello. La acaricié y noté que cerraba los ojos al sentir mi mano sobre ella. Un vínculo muy fuerte estaba naciendo entre ambas y me sentí muy feliz...


5. Pronto supe que esa cabra sería mi compañera de viaje. Caminamos todo el día y al atardecer llegamos a un paisaje casi desértico, poblado de extraños cactus que parecían tener vida y en los que veía, no se si por el excesivo calor que hacía, formas antropomórficas. El rojo del cielo contrastando con el verde de los cactus pintaba un escenario tan mágico, que llegué a pensar que se trataba de un espejismo...


6. Al anochecer llegamos a un lugar en el que había cuevas excavadas en la ladera de una pequeña colina. Cobijadas en una de ellas nos sobrevino el sueño y dormimos bajo un techo de murciélagos que nos observaban cautelosos, con los ojos muy abiertos...


7. Despertamos al amanecer y reemprendimos la marcha. A media mañana llegamos a un extensa laguna en la que se reflejaban las nubes, de tal forma que duplicaban el cielo. El día fue transcurriendo lentamente mientras caminábamos alrededor del lago, descubriendo las múltiples especies de plantas que poblaban el paisaje...

8. Al atardecer nos sumergimos en la laguna. El agua nos cubría casi completamente y solo se veían nuestras cabezas flotando entre los reflejos de las nubes...

9.Las nubes del lago nos devolvieron al cielo del ocaso, donde disfrutamos de la sensación de sentirnos envueltas por una  espuma del color del atardecer. El avión estaba tan cerca que podíamos escuchar su zumbido, como el de un abejorro..

10. Parecía como si el avión no se hubiese movido del sitio desde que me marché.
El cielo ya estaba oscuro, pero la iluminación del avión me permitió reconocer la ventanilla por la que salí, que ya no tenía cristal. Los restos de vidrios rotos habían desaparecido y pude volver a entrar al avión con facilidad, ocupando de nuevo mi asiento. La cabra se quedó fuera y asomándose  a la ventana  me susurró bajito: kabrablue. No sabía si me estaba diciendo su nombre o conocía el mío y me estaba llamando. Me emocioné al escucharlo y no pude retener las lágrimas que al caer se fundieron con las estrellas ¿Sería una nueva duplicidad? Intentando averiguarlo pasé del sueño a la vigilia. Mi avión aterrizaba en ese momento.