Causalidad

Esta noche ... hay luna llena.

Mañana ... despuntará un sol esplendido.
No creo en las casualidades.

Carne

Resbala por mi carne húmeda, emborráchate con mi dulce elixir, succiona con glotonería cada milímetro de mi piel. Quiero que seas larva que anide en mis oquedades, confundida con las fibras de mi piel, que camines despacio impregnándote del olor a lluvia , que desprende al respirar, cada poro de mi ser.

Incendio

Adivíname entre las llamas de este incendio

Pájaro de alas incombustibles sigue manteniendo vivo este fuego, porque no necesito más luz que la de nuestra hoguera, ni más abrigo que tu aliento quemándome por dentro.

Femur

Soy un femur desnudo que emerjo de los charcos más profundos. Camino anclando mis uñas en la arena para no resbalarme, con paso lento y firme hacia un horizonte que ahora diviso con claridad y que antes solo era un reflejo. Desde que he salido a la superficie mi piel ha ido tomando el color dorado del sol y noto la savia bullir en mi interior.

Abierta

Me miras y me liberas,
aunque yo me haya cerrado como en un puño.
Tú me abres siempre, pétalo a pétalo,
como la primavera abre, misteriosamente, la primera rosa.
No se lo que hay en ti que se abre y se cierra;
Pero algo me dice que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas.
Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas.

E.E. Cummings

Hipnosis

Espiral de luz en lento crecimiento, desarrollando sus tentáculos como pies interminables que acortan la distancia del abismo. Espiral encuentro tejida con cuentas añiles y naranjas, dibujando con su luz caminos sinuosos que rastrean la oscuridad hasta volver al centro. Espiral de mirada persuasiva que te hipnotiza hasta perder la razón.

Germen

El germen de la creación surgió del fruto carnoso y rojo del cerezo y creció sobre un lecho verde encendido. Alimentado únicamente por la saliva, sus raíces se fueron enredando entre los dientes del recién nacido animal. La huella de su existencia busca ahora su gemela para completar la simetría perfecta de su imagen reflejada en el espejo.

Calor

El calor acumulado hizo estallar al propio sol y por fin emergieron los amarillos y los naranjas tiñéndolo todo. En un instante fue como si desde el cielo cayesen granadas de pintura, explotando una tras otra y cubriendo la atmósfera de un polvo cálido con olor a hoguera.

Dedos

Porque cinco dedos no bastan para abarcarte entero, he multiplicado mis apéndices para poder recorrer, hasta el último milímetro de tu cuerpo. Rojo el color de mi piel, reflejando tu deseo, blancas mis uñas empapadas del dulzor de tus adentros.

Seda blanca

Soñé que sentía dentro de mí el suave tacto de la seda blanca adherida a tu piel, dibujando con precisión tu silueta. Con los ojos cerrados, apenas el contacto de las yemas de mis dedos, fui adivinando lo que mis ojos no podían ver. Te recorrí lentamente, acompasando mi respiración, traspasando la barrera de tu piel y tu perfil convexo, modelado con mi mirada ciega, cabalgó juguetón entre mis dedos.

Mi casa

Esta es mi casa, una campana de fino pergamino moteada de salpicaduras rojas. La luz llega tamizada a mi estancia y no existen sombras en ella. La vida del exterior, contemplada desde dentro, se me ofrece como una pantalla circular en la que viajan los colores envueltos en torbellino, provocando sonidos chirriantes que rebotan en mis oídos. Lianas como cables me rodean, permitiéndome bajar al suelo o ascender al cielo. Vista desde abajo, mi casa parece un túnel en penumbra y desde arriba, las motas rojas la convierten en un campo de amapolas.

De la nada

Fuiste creciendo de la nada, ajeno a las miradas, a la luz y a las palabras, contradiciendo al destino. Solo en medio de una plataforma cimbreante de arcilla seca y resquebrajada. Y de pronto tu savia explotó un día, tanto tiempo contenida, e hizo brotar una corona de flores rojas que ahora luces con orgullo.

Grito

Gritas y gritas con la boca muy abierta, con el paladar seco. Te comes hasta el silencio y solo queda el eco de tus palabras rebotando a trompicones en tu garganta. Se te mancha el cerebro con la tinta negra que salpican mis oídos.

Crecer

Esta vez te tocó crecer a ti impulsado por mi aliento. Eres tú ahora la única saeta que marca el tiempo, en una prolongada cuenta atrás hasta llegar al cero. Todo en ti converge en el mismo centro, radialmente perfecto.

Tus lunares

Mi piel se viste con tus lunares mientras tus dedos, como sutiles tenazas, encienden mi apéndice de luz. Debajo tu lengua espera saciar su sed, recogiendo una a una las gotas de mi elixir.