Antes que ver el sol

LA LUZ

No se puede prever.

Sucede siempre cuando menos lo esperas.

Puede pasar que vayas

por la calle, deprisa, porque se te hace tarde

para echar una carta en correos, o que

te encuentres en tu casa por la noche, leyendo

un libro que no acaba de convencerte; puede

acontecer también que sea verano

y que te hayas sentado en la terraza

de una cafetería, o que sea invierno y llueva

y te duelan los huesos; que estés triste o cansado,

que tengas treinta años o que tengas sesenta.

Resulta imprevisible. Nunca sabes

cuándo ni cómo ocurrirá.

Transcurre

tu vida igual que ayer, común y cotidiana.

"Un día más", te dices. Y de pronto,

se desata una luz poderosísima

en tu interior, y dejas de ser el hombre que eras

hace sólo un momento. El mundo, ahora,

es para ti distinto. Se dilata

mágicamente el tiempo, como en aquellos días

tan largos de la infancia, y respiras al margen

de su oscuro fluir y de su daño.

Praderas del presente, por las que vagas libre

de cuidados y culpas. Una acuidad insólita

te habita el ser: todo está claro, todo

ocupa su lugar, todo coincide, y tú,

sin lucha, lo comprendes.

Tal vez dura

un instante el milagro; después las cosas vuelven

a ser como eran antes de que esa luz te diera

tanta verdad, tanta misericordia.

Mas te sientes conforme, limpio, feliz, salvado,

lleno de gratitud. Y cantas, cantas.

Eloy Sánchez Rosillo

Noviembre

Los azules son esta tarde el telón en el que voy dejando las huellas de un Noviembre que languidece frío y estéril. Deambular sonámbulo por calles demasiado conocidas, paredes amarillas que el tiempo, cruelmente, va desconchando. Repetición cíclica de ausencias esculpidas en cada rincón de mi pensamiento.

Crepúsculo

SE HAN UNIDO la hora, el piano y tu cuerpo,
para hacerme morir de nostalgias fragantes…
¡Qué me importa la vida! ¡Por cogerte una estrella,
rodaría a un abismo de dolor y verdades!
y has mustiado mi frente con la música triste
de la nieve y del luto del piano y tu carne…
¡Con tus armas de seda, de perfume y de llanto,
te daría cien almas que pudieras quitarme!
…La sonata se extingue…Por la abierta ventana
entre un rosa encendido de caída de tarde,
y tus manos se abaten cual palomas heridas
y el piano parece que se tiñe de sangre…

Juan Ramón Jiménez "Crepúsculo en la estancia"

Explosión

Temblor. El rojo y el verde explotan a la vez. El cuenco de cristal deja caer las cerezas que suenan como canicas al llegar al suelo. El jugo rojo se desparrama por la hierba erizada de la alfombra. El blanco revienta y tapa al verde, dejando al rojo brillando entre sus pliegues.

Nubes

Noviembre. Se ha detenido el paisaje, se ha parado el tiempo. Las nubes ya no viajan, solo saben descargar perdigones de acero sobre nuestros agotados cuerpos. La hierba, que antes tapizaba el suelo, es ahora un manto de agujas afiladas por el que se hace difícil caminar…¿caminar?..mejor quedarnos quietos.

Lágrimas rojas

Las lágrimas que el alma llora
son rojas
porque son la savia del corazón.

Límite

Qué oscuro el borde de la luz

donde ya nada

reaparece.

J.A. Valente

16 cuadrados

16 cuadrados superpuestos conforman el lecho,

6 rojos temblores retumband0 en la noche ∞.

El morado arremetiendo al carmesí,

el naranja culebreando entre los pliegues negros.

Suenan tambores de fuego,

dejando rastros de humo en la luna llena.

Pájaro loco, escándalo

Vino el escándalo. Pinto de rojo todas las paredes. Saltó de rama en rama, de solapa en solapa, igual que un pájaro. Pájaro loco, escándalo. Picoteaste granos en mi palma. Te abrí mi puerta. Vuela ahora. Haz estallar el tímpano del necio. No dejes al honrado, persíguele debajo de su cama sombría. Incendia las esquinas. Pon tu súbita antorcha en los ojos extintos del menguado. Haz caer al incólume. Despierta al sordo. Y vuela. Vuela y vuelve. Vuelve, pájaro loco, a posarte en mi mano.

Mandorla. José A. Valente

sábanas negras

Sobre lecho

de sábanas negras,

dibujaré con hollín

trazos

señalando

los caminos

que conducen

a mi cuerpo.

Respiración

...

Respiración oscura de la vulva.
En su latir latía el pez del légamo
y yo latía en ti.

Me respiraste
en tu vacío lleno
y yo latía en tí y en ti latían

la vulva, el verbo, el vértigo y el centro.

José Angel Valente

Brillo

Brillan
ahora
mis dedos
con la misma intensidad
que antes brillaba mi cuerpo.

Senderos
de luz escarlata
dibujados con anhelo.

Lo imaginé

Imaginé que podía destrozar el armazón del tiempo. Con los puños blancos atravesar sus cimientos, tan duros, tan negros. Pero solo conseguí manchas imborrables de arcilla roja cubriendo mi cuerpo.

Espejo

Sigue con tus dedos el rastro de mi aliento. Desata los nudos que marcan las coordenadas de mi cuerpo. Explota contra el espejo donde se reflejan todavía mis fragmentos.

Escalera

Subir los peldaños es llegar al cielo. Respirar por la piel, caminar sin moverse del suelo. Traspasar la barrera del sueño.

Paisaje de ausencia

Paisaje de ausencia. Faltan las sombras dibujando caminos sobre el suelo blanco. En el cristal solo mis pies se reflejan.

Fuego

Este fuego

me quema por dentro
me recorre

me envenena

hunde sus raíces
atravesando

el suelo,
el techo,
las cuatro paredes
de mi habitación oscura.

Grita con voz ronca

Después
solloza
y calla.

Noviembre

Aire

El aire lleva en su pecho las cenizas de este incendio.

Nada

...

En medio del camino, nada.

No, tu voz no, tu silencio.

Redondo, terso, sin quiebra,

como aire, las preguntas

apenas le rizan,

como piedras, las preguntas

en el fondo se las guarda.

Superficie del silencio

y yo mirándome en ella.

Nada, tu silencio, sí.

...

"La dificil" Pedro Salinas

Negro

Negro + negro

… y los 5 dedos

como flechas

apuntando al horizonte

1 mano

5 caminos

al corazón

Y nada se escucha,

solo eco

los latidos

bum

bum

bum